Reina Isabel II: Así fue el desconocido gesto de amor del príncipe Felipe hacia la monarca

Un día antes de su boda con la reina Isabel II, el príncipe Felipe de Edimburgo realizó un hermoso gesto de amor hacia la monarca fallecida a los 96 años. Requirió de mucha fuerza de voluntad para poder llevarlo a cabo, fue una atención valiente y generosa, sin embargo es muy poco conocida.

Más allá de renunciar a su religión y a la corona de Grecia por amor a Isabel II, lo que hizo Felipe por la soberana que permaneció siete décadas en el trono tan solo unas horas antes de casarse, fue algo muy difícil para él.

Con tan solo 13 años, Isabel II se enamoró perdidamente de un joven conocido entonces como Felipe de Grecia. Seis años más tarde, pediría su mano en Balmoral y su boda se celebró el 20 de noviembre de 1947.

Sigue leyendo:

¿Quién es Manuel Campos? El ex con el que Cazzu regresó tras su separación de Nodal

Permanecieron unidos durante 73 años, constituyendo así uno de los matrimonios más longevos dentro de las monarquías europeas.

Durante todo este tiempo se habló constantemente de las presuntas infidelidades de Felipe que hacían sufrir a la reina, pero quienes conocieron a la pareja aseguran que se quisieron.

Una prueba de amor indiscutible de Felipe hacia Isabel fue el acto de dejar de fumar por ella. El príncipe era un gran fumador, pero el día antes del enlace matrimonial prometió a Isabel que ya no fumaría ni un cigarrillo más. Y lo cumplió.

Felipe le pidió a su ayudante de cámara que se olvidara de dejar los cigarrillos en su despacho y nunca más volvió a retomar este hábito. No todos logran cumplir el arduo objetivo. Dejar de fumar es un acto valiente.

Pero si se deja de fumar por favorecer a otra persona, en lugar de a uno mismo, es además un acto generoso. El padre de Isabel II fue un gran fumador. El rey Jorge VI del Reino Unido murió de cáncer de pulmón. Poco más hay que saber para darse cuenta de la generosa demostración de amor que realizó Felipe de Edimburgo al dejar de fumar. Fue probablemente el gesto de amor más difícil que hizo por la reina.