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"Nos trataron como los peores delincuentes"; el crudo relato de migrante colombiano deportado de EEUU

Un migrante colombiana narró para la BBC el trato que sufrió él, su familia y otras familias colombianas ante autoridades migratorias.

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Felipe pidió a la BBC que no revelaran su identidad, ya que no quería represalias por sus fuertes declaraciones que daría en la entrevista sobre el trato que recibió de parte de las autoridades de Estados Unidos al pedir asilo político.

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“En mi cabeza era otra la cultura estadounidense. Yo pensaba que cuidaban a los niños y a las mujeres, y en ningún momento eso se vio reflejado en los centros de detención”, expresó Felipe para la BBC.

Felipe, su esposa, sus dos hijos y su hermano menor emprendieron un viaje con rumbo a Estados Unidos, donde pedirían asilo político. Felipe huía de Colombia ante amenazas de grupos delictivos colombianos en la zona Eje Cafetero.

Llegaron a Cancún, Ciudad de México, donde se trasladaron en taxi hasta Cuidad Juárez por 100 dólares, donde según les sería más fácil lograr el “sueño americano”, pues, solo tenían que cruzar y ya.

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Se entregaron ante migración de EU

Al llegar al otro lado se entregaron a migración quienes los mandaron a un centro de detención sin maletas, únicamente con su celular, cargador, argollas y documentos. Además, lo separaron de su hermano, al que no volvió a ver durante toda su estancia, la cual duró nueve días.

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Al llegar al centro de detención les dieron el nombre de ‘Familia 48”. Los hicieron quitarse las agujetas, cinturones, les tomaron una foto, registraron sus huellas y tiraron su cedula de identidad colombiana.

En trato inhumano en los centros de detención

Al centro de detención llegaron el 1 de mayo. Felipe relata que lo separaron junto con otros hombres en una jaula de metal (que parecía cárcel) y al resto de integrantes de las familias en otra jaula separada donde no podía tener contacto alguno con su esposa e hijos.

Tuvieron que esperar cuatro horas pasando hambre y frío para que los agentes de migración los mandaron a bañar y les brindaron ropa de cualquier talla.

“Nos mandaron a las duchas y nos daban ropa de cualquier talla. Usted parecía un loco con ropa grande o un regañado con ropa pequeña”, dijo Felipe.

El migrante detalla que durante los nueve días que los retuvieron les dieron la misma comida rancia, la cual, en ocasiones él prefería no ingerir para evitar una enfermedad. La comida de adultos podía incluir burritos, sándwiches en mal estado, manzanas y jugo de caja. Por otro lado, los niños de deshidrataban a comer únicamente papas Lays y agua.

“La toleramos el primero y el segundo día. Ya el tercer día los niños estaban con vómito, con diarrea, mal. Prácticamente deshidratados”.

El trato en el centro de detención era inhumano y los trataban como si fueran delincuentes. En ningún momento dejaron a Felipe exponer su caso por el que buscaba asilo en Estados Unidos.

“Nunca, nunca tuvimos la oportunidad de presentar nuestro caso. Nunca supe sobre mi caso, si calificaba para el asilo”, explicó Felipe.

Los deportaron esposados

Felipe, el colombiano migrante, cuenta que cuando los deportaron a Colombia los transportaron al aeropuerto de El Paso, Texas, esposados de pies y manos a todos sin excepción de edad o género. En total fueron seis camiones llenos de familias migrantes, quienes pensaban que les darían asilo en Estados Unidos, pues, los oficiales les aseguraban que non serían deportados.

“Nos deportaron con las manos y pies esposados como los peores delincuentes”, manifestó.

Los deportados supieron que habían sido deportados al llegar y aeropuerto de Bogotá, Colombia, donde los agentes americanos les quitaron las esposas antes de bajar y sin que autoridades colombianas se percataran de la forma inhumana que viajaban sus paisanos. Al bajar del avión le entregaron sus pertenencias a cada persona como teléfono y argollas.

Las personas de Migración de Colombia los recibieron con los brazos abiertos y un cálido “Bienvenidos a Colombia. Ya están a salvo”. En respuesta a las palabras, Felipe se puso a llorar y sentir su tierra.

“Yo me puse a llorar full. Al final, yo sentía en el fondo tranquilidad, porque de alguna forma regreso al calor de mi tierra y la cotidianidad de mi gente”, declaró Felipe.

Felipe le hizo saber a los agentes de Migración y de la Defensa del Pueblo la forma en que viajaron, ya que, los agentes no fueron notificados del arribo de los deportados y mucho menos de la forma en que viajaban.

Felipe y su esposa vendieron todas sus pertenencias para poder solventar los gastos de traslado y ahora no tienen a donde llegar, sustento ni mucho menos trabajo.

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Karla Julieta

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