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El arte de modificar autos, una forma de vida y expresión: Lowraiders

Además de su pasión por este tipo de coches, los caracteriza la solidaridad y el gusto por ayudarse entre sí y ayudar a los demás

El arte de modificar autos, una forma de vida y expresión: Lowraiders

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Ser poseedor de un auto clásico, achaparrado, intervenido a través de un trabajo minucioso de rescate y realce para lograr un vehículo único, personalizado e impactante, ha sido para la comunidad mexicoamericana una forma de resiliencia, de hacerse visibles, de hacer comunidad y reforzar su identidad.

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Conocidos como Lowraiders, las y los miembros de esta agrupación, han hecho del arte de modificar autos una expresión cultural que resiste frente a la discriminación y los estereotipos… y han logrado fascinar.

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A un costado de su Monte Carlo del año 76, color azul, Sergio Calleres, hijo de padres mexicanos, nacido en Estados Unidos, señala que arreglar estos autos es, más que un pasatiempo, un estilo de vida.

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Desde la convención anual de Lowriders en Las Vegas, Nevada, el evento más representativo de autos de este tipo al que acuden cientos de aficionados, en entrevista para El Heraldo USA y El Heraldo Televisión, Abel Acosta, miembro del club Colors of Success de los Ángeles California, muestra orgulloso su Chevrolet Impala color verde del año 69 con motor 327, cuya transformación se logró en solo 10 meses, asegura, con el apoyo de otros miembros del club que más que amigos, se han convertido en familia.

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Luchan contra estereotipos

Actualmente el club al que pertenece Abel desde hace 30 años cuenta con una colección de 16 autos, joyas sobre ruedas, reliquias valoradas en varios miles de dólares pero que más allá del valor comercial, muestran el valor lo que caracteriza a las y los mexicanos: su afición, su entrega y su solidaridad.

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Igual que sus autos: coloridos, llenos de brillo, con murales pintados que cuentan historias, los lowraiders tienen sus códigos; les gustan los tatuajes, los pantalones holgados, la apariencia ruda, y muchas veces son juzgados por ello.

“Mucha gente cree que los clubes están formados por puros cholos y hacen cosas aquí y allá y eso no es verdad. Yo ando todo tatuado… pero vendo seguros, vivo mi vida con mis amigos y ayudamos a la comunidad latina”, cuenta Abel.

Tener clubes, agrega, es bueno. “Ayudamos a la comunidad con canastas, regalos, con todo lo que podemos” y es que además de la pasión por los autos, los une el gusto por ayudar a los suyos, “así somos los latinos” concluye Abel.

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Angélica Simón Ugalde

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