Secuestros y mutilaciones: este es el INFIERNO que viven los migrantes en camino a EU

Miles de migrantes se enfrentan a situaciones criticas en su travesía hacia Estados Unidos

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Denis Sanabria trabajaba en su puesto de carpintero en Nashville, Tennessee, era abril de este año, cuando sonó el teléfono. Era un número de México.

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Del otro lado de la línea, unos hombres le dijeron que tenían retenidos a su hermano David, de 32 años, y a su sobrina Ximena, de 4. Si quería volver a verlos con vida debía enviarles 7 mil 500 dólares en un plazo de ocho días.

Denis preguntó quién llamaba pero los secuestradores respondieron tajantemente que ellos eran quienes hacían los cuestionamientos y le ordenaron conseguir el dinero.

Denis quedó mudo. Desde hacía una semana había perdido comunicación con su hermano, y el coyote que traía a David y a Ximena desde Honduras no contestaba sus llamadas.

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David Sanabria y su hija Ximena (Telemundo)

Dos horas después, volvió a sonar el teléfono. Era su hermano David suplicándole que hiciera lo posible para conseguir el dinero del rescate. Pero Denis no tenía de dónde. Hacía un mes había logrado vender un auto y sacar todos sus ahorros para pagar 8 mil dólares al coyote. Su familia en Honduras lo había perdido todo con los huracanes Iota y Eta en noviembre de 2020.

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Después de los huracanes del año pasado y la difícil situación política que vive Honduras, él éxodo de sus ciudadanos hacia Estados Unidos ha aumentado dramáticamente, según lo revelan las cifras de detenciones del Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.

Según esta oficina federal, en 2020 detuvieron a 40 mil 91 hondureños intentando entrar de forma irregular a Estados Unidos. Y en lo que va de este año, el número asciende ya a 98 mil 554 aprehensiones de hondureños, más del doble del año anterior.

El compromiso del coyote de David era dejarlos en la frontera con Texas para que se entregara con su hija a las autoridades de inmigración estadounidenses. Pero cuando llegaron a Reynosa, Tamaulipas, el coyote los entregó a un grupo armado. Según su hermano Denis, el coyote los engañó, porque la cuota que pagó debía incluir el derecho de piso que cobran los criminales en algunos territorios de México.

(Telemundo)

Secuestrados en el desierto

David y Ximena vivieron un infierno, durante 1 mes durmieron en casas abandonadas, a la orilla de las vías del tren y debajo de árboles. Comían lo que les regalaban en los albergues de migrantes en su ruta hacia el norte de México. Todo distaba de lo que les había prometido el coyote.

Cuando llegaron a Monterrey, Nuevo León, los metieron en la parte de atrás de un camión con otros ocho migrantes camino a Reynosa, Tamaulipas. A las puertas de la ciudad, el vehículo paró por orden de un grupo de hombres armados. Bajaron a todos los migrantes y los inspeccionaron uno a uno.

Posteriormente fueron llevados a una bodega, les pidieron los teléfonos celulares y les preguntaron quién era el familiar en Estados Unidos que les estaba costeando el viaje. Estaban secuestrados, les dijeron y, para ser liberados, sus parientes debían pagar el derecho de transitar por esa zona.

"Me dijeron que eran los que comandaban la frontera del río y Reynosa, que eran del Cártel del Golfo", aseguró David al periodista de Telemundo, Juan Cooper, autor del reportaje.

Estuvieron en la bodega dos días, y de ahí los trasladaron al desierto, según su relato. Allí había unas carpas de color verde instaladas debajo de unos arbustos para camuflar el campamento de secuestrados. David estima que había unos 50 migrantes, en su mayoría hondureños.

(Telemundo)

Con el paso de los días, la salud de David comenzó a deteriorarse. Tenía debilidad, fatiga, dolor de cabeza, síntomas de deshidratación. Cada vez que los secuestradores llegaban con su teléfono celular, sabía que era momento de llamar a su hermano para presionarlo y pedirle que pagara.

Cada vez que Denis decía que no tenía dinero, David se ganaba una golpiza. La niña, según el papá, lloraba al verle sangrando en el piso. David cuenta que cuando se cumplía el plazo y nadie pagaba los rescates de sus compañeros migrantes, los asesinaban ahí mismo, a un lado del campamento.

"A puro machete los desmembraban, los mataban… y lo único que yo podía hacer era taparle los ojos y los oídos a mi niña para que no supiera qué estaba pasando, ni tuviera esos recuerdos para toda su vida", relata David a Telemundo.

Mientras David y Ximena pasaban por este infierno, su hermano Denis vivía el suyo. Había pedido dinero prestado a sus compañeros de trabajo, a sus amigos con los que juega en una liga de fútbol aficionado en Nashville, y a unos parientes que tiene en Carolina del Norte. En total pudo juntar 4 mil dólares. Pero cuando habló con los secuestradores, estos le insistieron que debía pagar la cuota completa si quería ver a sus familiares con vida.

Ese día los secuestradores le volvieron a pasar a su hermano al teléfono: "Hermano, si usted no lo puede hacer, ya pues, aquí déjeme que me hagan pedazos. Si no puedes conseguir el dinero déjame acá y que Dios se haga cargo de mí", le dijo David.

(Telemundo)

Guadalupe Correa-Cabrera, profesora de la Universidad George Mason, que lleva décadas estudiando el tráfico de personas y todas las actividades delictivas relacionadas, asegura que tanto en Estados Unidos como en México hay una falta de voluntad política y de cooperación para combatir la extorsión y el secuestro de migrantes.

"Muchas de estas sumas de dinero, tanto del tráfico humano como de la extorsión y del secuestro, se lava no solamente en México, sino también en Estados Unidos. La mayor parte del dinero [de las extorsiones] se paga desde Estados Unidos", explica la investigadora.

Finalmente, Denis Sanabria, logró conseguir la cantidad que los secuestradores pedían para la liberación de sus familiares. Así fue que David y Ximena fueron liberados a mediados de abril de 2021 a las afueras de Reynosa, después de 25 días de cautiverio. Los secuestradores los dejaron en una carretera de terracería, y le dijeron a David que caminara en línea recta media hora hasta encontrar el Río Grande, y al cruzarlo ahí estaría en territorio estadounidense.

A los cinco minutos de haber cruzado, llegó una camioneta de la Patrulla Fronteriza, y los procesaron. Los llevaron a un centro de detención de inmigración cerca de la frontera. David les suplicó a los oficiales que, si los iban a deportar, que fuera a Honduras, porque a México no quería regresar jamás.

Estuvieron tres días detenidos en uno de estos centros a los que los migrantes llaman hieleras por el frío intenso del aire acondicionado.

Al tercer día de estar detenidos, sin darles una explicación, dice, los montaron a un avión y los regresaron a México, pero esta vez por Tijuana, Baja California. Allí los recibió el personal del Instituto Nacional de Migración de México, que los ubicó en uno de los albergues de esta ciudad fronteriza.

Con información de Telemundo

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