Las víctimas ¡ya no más!; agentes de cambio, el nuevo papel de las mexicanas migrantes

Mantener familias (y economías) a ambos lados de la frontera debe ser correspondido con derechos y servicios

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Del total de población mexicana que radica en Estados Unidos de Norteamérica casi la mitad, el 49%, son mujeres. De acuerdo con datos del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME) de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), se trata de alrededor de 18 millones de mexicanas.

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Los patrones de migración han cambiado. La migración de varones para los trabajos de jornaleros y construcción dejó a muchas mujeres solas en México y muchas comunidades en territorio nacional se quedaron únicamente con población femenina.

“Claro que la mujer comienza a migrar porque tiene que trabajar. Cuando dejas de recibir los fondos de tu esposo, de tus hermanos, de tus familiares, tienes la necesidad de migrar. Si estás dejando sólo mujeres en México con toda la carga, no es que quieras migrar, es una necesidad obvia de supervivencia porque no solo depende tu seguridad, o tu alimento, de ti depende toda tu familia”, señala Teresa Vivar, presidenta de la comisión de Pueblos Originarios de Fuerza Migrante -plataforma de coordinación de más 4 mil organizaciones mexicanas-.

Los datos de Fuerza Migrante apuntan que de las mexicanas en Estados Unidos (EE.UU.), casi 11 millones se encuentran en edad laboral y 4 de cada 10 de ellas, son jefas de familia.

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“Las mujeres mexicanas en el exterior, las mujeres migrantes estamos conscientes de que nuestro papel es mucho más grande, que tenemos una responsabilidad de alimentar a nuestros hijos, mantener a nuestras familias, en México pero también en EE. UU. y cuidar a nuestras comunidades en ambos lados de la frontera”, afirma la connacional originaria de Oaxaca y líder de la comunidad mexicana en Nueva Jersey, durante una conversación con Heraldo USA en el marco del Día Internacional de la Mujer.

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Leyenda: Teresa Vivar, presidenta de la Comisión de Pueblos Originarios de Fuerza Migrante. Foto: Cortesía Fuerza Migrante

Pero hay una parte, resalta, que acrecienta el peso del trabajo que deben hacer: lidiar con una política de opresión y desinterés por parte de Estados Unidos pero también con programas que, formulados desde México, no necesariamente responden a las necesidades de los mexicanos en el exterior.

En ese sentido, las mujeres en Fuerza Migrante están participando activamente con el objetivo de establecer conversaciones serias y transexenales con ambos gobiernos en la búsqueda de un trabajo coordinado y que los programas que tienen y ofrecen puedan ser más viables para la comunidad.

“Tenemos todas las ganas de quitar esa idea de que por ser mujeres somos víctimas de… ya no más, nosotras no somos víctimas, queremos ser valoradas, reconocidas, admiradas, queridas, protegidas…México tiene que cuidarnos. Exigimos a los gobiernos que se den cuenta que existimos y hacemos grandes aportaciones. Nos llaman migrantes pero seguimos siendo mexicanos trabajadores en el exterior y como tal tenemos derechos y debemos tener acceso a los beneficios de cualquier otro trabajador”.

Vistas muchas veces solo como mano de obra, como cheques o remesas, dejan de ser tomadas en cuenta como personas, por eso, lo que buscan es, “ser visibles, que nos reconozcan que tenemos derechos y nos los merecemos por todo el trabajo que hacemos y queremos tener la oportunidad de ser visualizadas desde otro contexto: como agentes de cambio, nos valoramos, tenemos dignidad… yo no extiendo la mano para que me des, estoy exigiendo que trabajemos juntos para que podamos sacar adelante a nuestra comunidad”, esa es la nueva narrativa que buscan se consolide cuando se hable de las mexicanas migrantes, recalca Teresa.

Mayor participación política y regularización de estatus migratorio, demandas urgentes de las mexicanas en Estados Unidos

Si bien los grandes temas de acceso a la salud -particularmente la mental-, a la educación, la búsqueda de igualdad de salarios respecto a los hombres y la conquista de derechos básicos para las trabajadoras así como atacar las causas de expulsión de migrantes de México hacia Estados Unidos son objetivos fundamentales de la Comisión de la Mujer de Fuerza Migrante, existen otros dos de gran urgencia por la actual coyuntura.

El primero, lograr equidad en la participación política de las mujeres.

Teresa migró a los 18 años y lleva más de 30 años en Estados Unidos brindando servicios en apoyo a la comunidad mexicana en el exterior pero, asegura, a pesar de que muchos de los cambios alcanzados en favor de las y los mexicanos en Estados Unidos han sido propuestos por activistas mujeres, la participación política no es pareja.

“Las mujeres somos bien entronas pero no te dicen cómo participar, no hay un camino que te ayude a prepararte como una posible representante de tu comunidad. Las mujeres mexicanas en el exterior no queremos ser, no somos una pieza de ajedrez”, acota Vivar.

El segundo, regularizar la situación de mujeres migrantes trabajadoras que llevan décadas en Estados Unidos sin documentos pero pagando impuestos y aportando a la economía de dicho país. Es urgente -explica la activista- ya que están enfrentando una dura “competencia” ante la nueva oleada de migrantes que llegan de otros países con estatus de asilo, lo que les da otras posibilidades de trabajo.

“Hay una venida de migrantes nuevos que empiezan a causar este choque entre nosotras, entre aquellas que llevamos años sin recibir ningún tipo de ajuste migratorio y luego aquellas que están recibiendo asilo; tenemos mujeres que están siendo corridas de sus trabajos donde llevan varios años sin documentos y las mujeres que están viniendo con un estatus que les permite trabajar sin tener ese problema de no tener papeles”.

Finalmente, la fundadora y directora ejecutiva de la organización Lazos América Unida, hace un llamado a las mujeres mexicanas migrantes a replantearse qué están haciendo para romper con los esquemas de opresión, a seguir luchando por empoderarse y romper el círculo de la victimización. Las mujeres migrantes, concluyó Teresa, “estamos cambiando la narrativa”.

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