Lowriders: un legado cultural sobre ruedas.

Cada año, Las Vegas, Nevada, se convierte en el epicentro del arte y la cultura lowrider con la celebración del Super Show Anual.

El movimiento lowrider tiene sus raíces en la comunidad México-americana

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Autos antiguos deslumbrantes por sus colores cromados, luces de colores brillantes, tapicería a juego y grabados artísticos en las carrocerías dan la bienvenida a una comunidad que ve en el lowrider una expresión de identidad.

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Este movimiento está profundamente ligado a la comunidad mexicana que emigró a Estados Unidos llevando consigo símbolos e historia. A través de su pasión por los autos, la música y el arte, los lowriders representan una mezcla de creatividad y raíces culturales que ha dado forma a un fenómeno y a una estética única.

Daniel, originario de Mexicali, ha sido parte de este movimiento durante más de 35 años. A los 18 años, se mudó a Estados Unidos, donde encontró en el lowrider una conexión con su padre, quien coleccionaba camiones de carga en Baja California.

Daniel Benet

En entrevista para Heraldo USA compartió su experiencia de modificar un automóvil “Me gustan mucho los modelos del ‘67 y ‘68. Siempre empiezas con la pintura, luego los rines, después los cromos. Más tarde piensas en grabar los metales, cambiar las llantas, la tapicería y, claro, instalar la suspensión hidráulica.”

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Para que un auto sea considerado un auténtico lowrider, debe ser capaz de “brincar”, dice Roberto Flores, otro apasionado del movimiento, que explica: “Tiene que tener hidráulicos, que el carro suba y baje. Si no tiene eso, no es un lowrider. Lo compré en el ‘91 cuando tenía 22 años. Era solo un cascarón, pero poco a poco le fui invirtiendo hasta convertirlo en un coche de exhibición”.

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El lowrider surgió en Estados Unidos a finales de la década de los 40 como parte de los movimientos artísticos y sociales vinculados al automóvil y a la identidad chicana. Sin embargo, fue hasta los años 70 que dio un giro con la incorporación de sistemas hidráulicos, lo que permitió que los autos subieran y bajaran a voluntad, dando lugar al “brinquito” que característica a los lowriders.

Daniel Benet

Diseñar y mantener un lowrider requiere amor por los coches, paciencia y, sobre todo, una considerable inversión. El precio de un auto bien modificado puede oscilar entre los 100,000 y 200,000 dólares, es decir, entre 2 y 4 millones de pesos mexicanos.

Este movimiento está más vivo que nunca entre la comunidad México-americana, ocupando espacios y ganando seguidores de todas las nacionalidades. El Lowrider Super Show de Las Vegas es prueba de ello, miles de personas de Estados Unidos y México asisten cada año, convirtiendo este evento en un referente turístico y cultural binacional.

Patricia Tepozteco

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