La historia de Sam Ballard, joven que quedó tetrapléjico y murió por comerse una babosa en un reto
En un abrir y cerrar de ojos, la prometedora vida del joven Sam Ballard se vio truncada por su mala dedicación y esta es su historia.

Para nadie es un secreto que en múltiples ocasiones, la decisiones de los adolescentes no son muy bien tomadas por todos, pues la trágica vida y muerte de Sam Ballard ha paralizado al mundo entero, pues al parecer en un intento de demostrar su valentía, tomó la equivocada decisión de comer una babosa en un viaje con sus amigos, por lo que las consecuencias han sido verdaderamente graves y después de tres años en el hospital, perdió la vida ocho años más tarde sin una clara calidad de vida y esta es su historia.
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Y es que el joven tenía tan sólo 19 años de edad y una prometedora vida se posaba sobre sus hombros, pues era un hombre carismático y talentoso, pues en su horizonte se veía una prometedora carrera como jugador de rugby, pero el destino y una claro reto entre emojis le pasó la factura que lo llevó a la muerte en uno de los mejores momentos de su juventud. pues lo que inició como un divertido y entretenido fin de semana con amigos, terminó por convertirse en el inicio de un doloroso proceso que tan solo tendría fin ocho años después, con su muerte.

Se trata de una historia que se remonta a 2010 cuando el joven australiano y una serie de amigos decidieron tomarse un descanso de a escuela y la vida y pasar un buen rato entre ellos en Sídney, en ese momento todo eran risas, entretenimiento y vino, tratando de pensar como era irse incorporando a la vida adulta, hasta que, de repente, una babosa se acercó arrastrándose por el patio de concreto y se posó ante las miradas indiscretas de los invitados.
Impulsado por la fanfarronería o ‘valentía’ adolescente y mucho se ha dicho que también por la presión social, Ballard tomó, ese día, la decisión que cambió su vida: agarró al animal, la metió a su boca y, sin pararse a pensar en las consecuencias, la tragó, acción que lo llevaría a la muerte tan sólo 11 años más tarde.
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“Estábamos sentados aquí, disfrutando un poco de la noche de apreciación del vino tinto, tratando de actuar como adultos. Y luego surgió la conversación: ‘¿Debería comerla?’ Y luego Sam se fue y bang, así fue como sucedió”, relató Galvin un amigo del joven en diálogo con Lisa Wilkinson de The Sunday Project.
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Aunque de manera inmediata todo parecía estar bajo control, después el joven comenzó a experimentar debilitamiento y, más tarde, un fuerte dolor en las piernas que lo llevó a sospechar que tenía esclerosis múltiple, al igual que su padre, pero sin un claro diagnóstico, Ballard a tuvo que ser trasladado de urgencia al hospital Royal North Shore Hospital, ubicado en la capital australiana.
A su llegada, fue diagnosticado por contraer meningoencefalitis eosinofílica, una rama de la meningitis, lo que lo llevó a estar 420 días en coma y cuando despertó, descubrió que había quedado tetrapléjico, pues había desarrollado la enfermedad del gusano pulmonar de rata, a raíz de haber consumido la babosa infectada, de acuerdo con CNN.

La trágica muerte de Sam Ballard
De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) explican que, aunque solo pasa en situaciones poco usuales, las personas pueden llegar a infectarse al comer babosas o caracoles crudos que, a su vez, tienen este parásito que sólo habita principalmente en ratas, pero también puede infectar caracoles y babosas cuando entran en contacto con las heces de roedores infectados:
“Las personas con esta afección pueden tener dolores de cabeza, rigidez en el cuello, hormigueo o dolor en la piel, fiebre, náuseas y vómitos. El tiempo entre comer la babosa o el caracol y enfermarse suele ser de 1 a 3 semanas”, detalla NSW Health.
Las consecuencias en el joven fueron verdaderamente severas, pues pasó de ser un muchacho activo y deportista a ser incapaz de comer sin un tubo o de moverse por sí solo, pues necesitaba atención las 24 horas al día, los siete días de la semana, y su madre, junto con el resto de allegados y familiares, estuvo al frente del proceso de Ballard: “Estaba devastado, cambió su vida para siempre, cambió mi vida para siempre. El impacto es enorme”, señaló la mujer, de acuerdo con el periódico británico Metro.
El coma y la recuperación tuvieron a Sam tres años en el hospital, antes de ser dado de alta y aunque la enfermedad no afectó sus facultades mentales, sí repercutió de manera considerable en su aspecto físico, pero ocho años después del incidente, Ballard murió, producto de complicaciones en su salud: “Sus últimos días fueron los más felices y estaba rodeado de una habitación llena de amor”, concluyó su obituario online.

GBR.
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